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Cunqueiro e o Andros Patria

Xa Álvaro Cunqueiro (1912-1981) falou dos perigos dos petroleiros aló polo ano 1978, cando o buque grego Andros Patria verqueu líquido negro sobre augas galegas. Cóntanolo Edith Pazó, que atopou no libro 'Fábulas y leyendas de la mar', que recompila textos xornalísticos en español do escritor mindoniense, un fermoso texto no que xa alerta (hai 24 anos) do perigo ao que está exposta a costa galega.

- 16:04 18/12/2002
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[Unha colaboración de Edith Pazó Fernández]

Metinme na cama cun libro e quedei de pedra. Nesas páxinas e nos cadros de Lugrís descubrín eu o imaxinario do mar e a súa real fantasía. A Atlántida, San Brandán, San Gonzalo, as baleas, as colas das sereas (¿teñen embigo as sereas?), os peixes con barbas. E Leviatán. “Fábulas y leyendas de la mar” é un libro (espléndido) editado en 1982 por Tusquets, no que Néstor Luján recompila colaboracións de Cunqueiro na prensa en castelán. Lin as súas páxinas e parecía escrito estes días á beira dunha das nosas praias. Podíano asina-los mariñeiros ou os miles de persoas que rabean por botar fóra da costa este novo Leviatán. Pero asinouno Don Álvaro hai máis de vinte anos. E quen nos dera que non fose máis ca unha arroutada súa de fabulación, para lle gabármo-lo estilo e a infinda inventiva. Un texto, xa, do século pasado que relata, desgraciadamente, a historia dos nosos días.

Las bestias del Tenebroso

Conviene decir que los gallegos estamos asustados- los gallegos del litoral, los del finisterre- porque de nuevo en el océano Atlántico, en el mar Tenebroso, han aparecido grandes bestias. Parejas a aquéllas que habíamos dado por inexistentes desde que fueron descubiertas nuevas tierras al Oeste, y se abrieron en el mar, hacia allá, caminos cotidianos. Jasconius, cuyo oscuro lomo confundió San Brendan en su navegación con una isla desértica, ya se ha ido a otros mares o a otros abismos. (...) Jasconius es marino: desde que fue creado, está intentando saber el tamaño de su cuerpo, y por eso busca con su boca morder la punta de su cola. Está en este trabajo incansable, y todavía no ha llegado a cumplirlo. De Leviatán, otra criatura del quinto día, y al parecer, anfibia, bestia, maligna, cuyo aliento putrefacta, nada se sabe recientemente, si no es porque los filósofos han divagado sobre ella, teológica y políticamente. El antiguo Tenebroso quedó aclarado mucho tiempo hace. No solamente perdió las bestias antiguas, sino que perdió también las estancias felices que la imaginación medieval llamó las Floridas, esas islas del perpetuo verano y la eterna juventud. (...) Ya no hay nada de eso: los caminos están por mapa, y los prodigios se han acabado. (...) De sirenas, ya ni hablar... Los americanos inventan tiburones para sus películas, y eso es todo.

Pero en estos últimos tiempos han surgido otras bestias: los grandes petroleros. Animales frágiles, que se rompen facilmente, o revientan, y entonces vierten en el mar el contenido de sus enormes vientres, un líquido mortal que da muerte a los peces y a las aves marinas, y se tiende como un manto negro por las blancas playas, y embadurna las rocas, y siembra la muerte allí donde se posa... Frente a las costas gallegas pasan diariamente varias de estas enormes bestias, y algunas se acercan en demasía, y aun las hay que tienen puertos nuestros como destino. Las famosas doscientas millas de aguas jurisdiccionales de nada sirven para la pesca, pero podían servir para que esas bestias de que hablo navegasen fuera de ellas, y así tendríamos tiempo para prevenirnos de eso que se llaman las mareas negras. Ahora, la costa de Lugo, las Mariñas, están padeciendo una, producida por un petrolero griego que llevaba crudos desde el golfo Pérsico a Amsterdam. ¡Las Mariñas de Lugo! Una hermosísima franja de tierra, tendida entre oscuros montes y el mar, vestida de clara luz, cereal y pratense, y, en el borde mismo de las olas, las más limpias playas de la más fina arena... Una capa de treinta centímetros de espesor posa sobre las más de ellas, y la gaviota que la toca con su plumaje, muere. La gaviota, el ave más libre del mundo (...)

Supongo que no se nos va a dejar solos a los gallegos ante esas nuevas bestias, y que eso que se llama el Estado tendrá algo que decir. Ya estuvimos demasiados siglos ante el Tenebroso, recogiendo en él parvas cosechas y pagando con vidas humanas. Nos han borrado la fábula de las Floridas, y todos los otros prodigios marinos. Ya no podemos hacer el amor con las sirenas- cosa para la que, en un momento dado, pareció estar el gallego muy dotado- . Ya no vemos en las primaveras el lomo de Jasconius (...) Tampoco podemos pescar donde solíamos, por mor de las limitaciones que impone el Mercado Común. Difíciles licencias hacen falta para ir al Gran Sol a echar las redes. Quedamos reducidos a aprovechar nuestras aguas, y cuando intentamos acomodarnos a lo que puedan dar, se nos mete en ellas la nueva y enorme bestia marina, vertiendo líquidos fatales.

Podemos asistir a la muerte del mar, cuya piel el hombre no se cansa de ensuciar cada día. A la muerte de nuestro mar. Todo depende de que tres o cuatro bestias de éstas hociquen contra el Finisterre y se desangren. Es muy sencillo. Es perfectamente previsible.


Álvaro Cunqueiro


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